«(...)En el libro de Yuliana, Pangea es Limones, es la madre, es la infancia: terra incognita, locus amoenus, objeto A, lo para siempre perdido. Roland Barthes describe a la mirada como aquello que todo el tiempo está perdiendo lo que busca, eso que tiene a la pérdida –es decir, al juego melancólico– como atributo constitutivo. En el Cuaderno del imposible retorno a Pangea, la mirada juega un papel fundamental, no porque cumpla las funciones convencionales atribuidas al viajero (registrar, clasificar, dominar), sino precisamente porque pone en acto el trabajo de perder, que requiere la memoria imprecisa y probablemente imaginaria de un tiempo en que todo coincidía, en que los espacios se habitaban, en que siempre estábamos por llegar y no por irnos(...)».
Daniela Alcívar Bellolio
Quito, marzo de 2022